sábado, 24 de octubre de 2009

Si la ciencia nos da acceso al mundo de lo objetivo...


Si la ciencia nos da acceso al mundo de lo objetivo, lo humano nos da acceso al mundo de lo subjetivo. Esta dicotomía (cultura-sociedad y ciencia-tecnología), que había en los inicios del saber científico como disciplina en sus orígenes, provocó una aceleración de ambas facetas brutal. De un lado la ciencia analista-atomista-mecanicista de otro el arte como mímesis de lo natural (o la imposición artificial de una naturaleza interpretada). Pero esta separación (este supuesto de esfera que debió haber servido más como herramienta que como fin), provocó una esquizofrenia en ciertas disciplinas que hacía imprescindible la creación de un nuevo modelo científico que fuera capaz de asumir sistemas superiores y que estos sistemas superiores fueran capaces de interactuar entre sí, surgen las ciencias sociales, surge el estructuralismo (los conjuntos se saben entre sí).
Paralelamente y en lo que aplica a cultura (hablando en el sentido más amplio de cultura) se viró a una cultura de masas, a una espectacularización del sin sentido, al simulacro, y con esto la sociedad de consumo, necesitamos renovar (innovar) porque todo es perecedero a voluntad.
Todo está lleno de huecos que nos negamos a mirar.
Y quién responde a todos estos huecos que hay en la macroescala y en la microescala? Quién dice que el mundo no solo existe en un determinado rango de medida (en las distintas magnitudes), hay mucho más vacío que lleno, y el vacío por mucho que a cierta gente le pese “es”.
Y es que el mundo de las ideas siempre termina volviendo, proyectamos en esta realidad adulterada por los sentidos de cada uno quiénes somos y qué queremos (cosa que, por otra parte, ya han estado haciendo con nosotros desde el principio).
Ya no hay orden y no-orden, ahora es orden y desorden (sí amigos, shit happens, ya lo sabíamos aunque no quisiéramos verlo) hay límites al conocimiento, hay incertidumbre.
Sin embargo, y aunque las ciencias ya han asumido su no omnipotencia, a la hora de dar respuestas a la realidad (aquella incierta-por no decir falsa-realidad), no hemos sido capaces de desprendernos del absolutismo de la cultura de lo masivo, del consumismo, del gritar más que el vecino, del más-mejor-y más nuevo, y es que hemos creado un monstruo que se retroalimenta y que por más que sigamos avanzando vamos a llevar de lastre in aeternum.

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