(un pequeño cuento que le escribi a una amiga no hace mucho)
Niña, incesante, pequeña, inconstante y rutilante…
Nipir cumple cinco años cada día,
cada día crece veinte, luego juega con todos ellos,
los manosea, los tira, los rompe, los deshace
y finalmente los pierde.
Nipir sigue cumpliendo cinco años cada día,
sus cinco años que cuida,
aunque no los quiera a veces,
aunque a veces le parezcan pocos y otras veces,
cuando inesperadamente le crecen veinte,
le parecen ser demasiados.
Nipir no cesa de reír, pero tampoco cesa de llorar,
hay veces que es capaz de hacerlo todo a la vez…
incluso reír y llorar….
cuando crece llora más… ¡no! , cuando crece ríe más…
no se puede decir qué es lo que hace más Nipir
porque todo lo que hace Nipir es mucho.
Nipir cuenta cuanto llora infinitas veces más una,
y cuenta cuanto ríe infinitas veces más tres,
aunque a veces se le olvida contar las veces que ríe
y necesita que le recuerden las risas que no contó.
Nipir todo mucho, pero poco.
Nipir quiere mucho pero poco tiempo,
Nipir camina mucho y de repente se para,
Nipir salta tan alto que al caer tarda mucho en rebotar.
Para Nipir hay una o ninguna cosa imposible,
pero eso aún no lo sabe porque es muy pequeñita.
Desde que Nipir aprendió a contar, hace un año,
cuenta todo lo que pasa,
cuenta sus pasos,
cuenta sus años a lo largo de cada día,
cuenta las horas que han pasado y las que pasarán,
cuenta sus amigos(a, con, para),
cuenta amores,
cuenta su familia,
que a veces se hacen más grandes y otras veces más pequeños,
dependiendo de la distancia con la que mire.
Nipir cuenta músicas imposibles e infinitas…
por contar Nipir es capaz hasta de contar la cantidad de luz que emite el sol,
¡Y hasta de cien bombillas!
Cada cosa que cuenta Nipir es suya,
cada cosa que cuenta Nipir es ella.
Nipir es sus pasos dados y los que dará,
es sus amigos, es amores, es familia, es música y es rutilante,
aunque a veces la luz que absorbe de luces fatuas apagan la que ya tenía.
Nipir cumple cinco años cada día.